Ser habilidoso y aprobar, esa es la cuestión

Y hoy hago doblete, puesto que recientemente me he acordado de cierto asunto que me apetece contaros, y me he dicho a mí mismo "qué demonios". Así que señores, pónganse cómodos que les voy a contar la historia de unas peculiares clases de educación física.

El otro día, mientras veía Sé lo que hicisteis..., en la sección del reto de Miki comprobaban cuanto tiempo podían mantener unos palos de golf con el pie, durante el mayor tiempo posible. Esto me hizo recordar a algunas de mis antiguas clases de educación física (asignatura que nunca me gustó, por cierto; no veáis que gustazo cuando ya no la tuve que dar en 2º de Bachillerato), con cierto profesor cuyas clases eran lo más raro que puedo haber visto. Aparte de historias de que en el campo que había cerca del instituto, unos alielígenas habían colocado unas piedras en círculo, o afirmar de ser el inventor de la frase más larga con la misma palabra ("como como como como"), resulta que en algún momento del curso le dedicabamos unas cuantas clases a hacer malabares.

Según el profesor, esto era muy útil, pero nunca nos dijo por qué. Los malabares se dividían en 3 competencias: aguantar el stick del floorball (en lugar del palo de golf antes mencionado) con el pie, malabarismos con pelotas de tenis y alguna otra más. Por supuesto, había niveles de dificultad: en cuanto al stick, pasarselo de la mano al pie, cambiarlo de pie, en la nariz; y los malabares solo era meter más y más pelotas.

Por supuesto, con mi grandiosa habilidad, podéis imaginar cual era mi nota: nunca pasaba del 5 o del 6. Nunca encontré para qué nos serviría eso en el futuro, y tampoco qué tenía que ver con el deporte. Digo yo que sería por el material, por que por otra cosa...

Bueno, espero que os haya gustado la anécdota, y ya lo sabéis: no le busquéis el por qué a los malabares: son inexistentes.