13 de junio de 2010

Mira quién anuncia

Sí, amigos lectores, ¡no estamos muertos! Solo hemos estado ocupados y, para que negarlo, vaguetes a la hora de actualizar el blog. ¡Pero os prometo que seguimos ahí! Por lo menos yo, eso sí.

Hoy os vengo a hablar de una pequeña reflexión que me vino el otro día mientras veía la televisión. A veces estás viendo un programa, y estás tan, tan relajado en el sofá que, aunque hagan una pausa publicitaria, te da una pereza enorme levantar tu pesado y dormido cuerpo para coger el mando, apretar unas cuantas veces el botón de cambio de canal (las pilas del mando nunca funcionan bien del todo) y volver a tumbarte hasta encontrar algo interesante que ver. O en su defecto, volver al mismo canal porque no encuentras nada interesante (ni siquiera lo que estás viendo).

Pues en mi actividad contemplativa de publicidad, observé un tipo de actores de anuncios de los que me compadezco: aquellos que, por alguna ilógica razón, tienen que bailar, sin ser ellos profesionales ni nada por el estilo.

Es muy frustrante tener que ponerte a bailar como un descosido en medio de un supermercado, el salón de tu casa o en plena calle. Ellos sonríen sí, pero todos sabemos que lo están pasando mal en su interior, pensando porque tienen que bailar si realmente no son felices. O aún peor, bailar con tu perro, que se estará preguntando qué demonios hará una persona moviéndose peor que Belén Esteban. Bueno, quizá he exagerado esto último, a parte de ser un mal ejemplo. Si Belén Esteban no baila.

Además, siempre salen los mismos cánones de persona: el padre de familia, la abuela, la niña, la parejita joven... Yo creo que son los mismos en todos los anuncios, pero se cambian la peluca, o algo, para que no parezcan los mismos. Eso sí, como sean los mismos, van a acabar hechos polvo de tanto meneo.

Porque, claro, nosotros solo vemos la parte que ha salido bien, ¿pero os imagináis las tomas falsas? Caídas, porrazos, traspieses, risas flojas y más caídas. Nadie se preocupa porque esa gente pueda estar sufriendo mientras finge ser feliz porque le ha tocado la lotería, el chocolate estaba muy bueno (la tableta, entendedme; del otro chocolate mejor ni hablamos) o el desatascador ha dejado las tuberias limpias de cocodrilos.

Así que desde este humilde blog hago un llamamiento a todas las compañías anunciantes: la gente puede ser feliz sin bailar a lo tonto. Estas personas sufren así que no las hagan bailar. Ni cantar. Simplemente, be happy.

1 comentario:

  1. Es verdad, hay que preocuparse un poquito por ellos D= que estan ahi sufriendo para dar de comer a sus hijos

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